Hola a todos y a todas
Sí. Nosotros y nosotras recibimos cada año la "missio canonica" que nos envía a evangelizar allí mismo, en nuestro lugar de trabajo. Sin embargo, cada día descubro que no sólo nos invita a llevar la Buena Noticia a nuestros alumnos y alumnas. Nuestro estilo cristiano de evangelizar no es sectario, sino abierto a toda la humanidad.
Son muchos, hombres y mujeres, con los que nos encontramos cada día y mantenemos unas relaciones interpersonales que pueden llevar el sello de Jesús: los porteros o porteras de los colegios, los administrativos, los padres y madres, abuelos y abuelas, los monitores o monitoras d actividades extraescolares o de comedor, los compañeros o compañeras docentes,... Especialmente con estos últimos creo que tenemos una importante misión: Llevarles la esperanza.
A veces, nuestro ámbito educativo está inundado de pesimismo: "Con estos niños no se puede trabajar", "no sirve de nada todo mi esfuerzo", "¿Quién me ha mandado a mí elegir la docencia?",... Con gran frecuencia escuchamos echar la culpa a los alumnos, a los padres, a la administración educativa, a la burocracia,...
Creo que Dios nos ha puesto en nuestro lugar de trabajo para llevar a Dios, para hacer visible el "Dios" que se encuentra detrás de cada niño, de cada madre, de cada compañero,... Dios nos ha colocado allí para establecer relaciones personales basadas en el Amor mutuo, en el Amor recíproco. Y yo estoy aquí para ser el primero en amar, para ser el primero en mostrar a los compañeros (y a cualquiera con quien nos encontremos) la esperanza de que dentro de cada niño, Dios existe y espera ser amado. Todos son candidatos al Amor.
¿Qué pensáis?. ¿Estoy filosofando demasiado?.
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